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La histeroscopia y laparoscopia

La endoscopia y sus dos variantes

La endoscopia es una técnica médica que implica la inserción de un tubo equipado con una cámara (endoscopio) para visualizar el interior de un órgano o cavidad. Este instrumento puede introducirse a través de una pequeña incisión o mediante orificios naturales como la vagina o el ano.

La endoscopia ginecológica posibilita que la paciente regrese a su domicilio el mismo día de la intervención. Es una disciplina innovadora que cumple una doble función: diagnóstico y tratamiento de diversas patologías. Para la visualización de las cavidades de los órganos reproductores femeninos, el endoscopio puede introducirse de dos maneras principales:

Histeroscopia:

Se realiza introduciendo el endoscopio a través de la vagina. Este enfoque permite la observación directa del interior del útero y otros órganos reproductores femeninos.

Laparoscopia:

Se lleva a cabo mediante pequeñas incisiones en el abdomen. A través de estas pequeñas aberturas, se introduce el endoscopio para explorar y tratar diversas afecciones ginecológicas.

La elección entre histeroscopia y laparoscopia se basará en las características y situación específicas de cada paciente, siendo determinada por el especialista.

Beneficios de la endoscopia

La cirugía endoscópica es la técnica preferida en ciertos casos debido a sus múltiples beneficios:

  • Recuperación rápida.
  • Breve periodo de hospitalización.
  • Cicatrices más pequeñas.
  • Menor riesgo de hemorragias y pérdida de sangre.
  • Posibilidad de comunicación entre el paciente y el médico durante la prueba si la mujer no está sedada.

Por ello, las técnicas de endoscopia se conocen como cirugía mínimamente invasiva.

La histeroscopia

La histeroscopia es una técnica utilizada para diagnosticar y tratar afecciones en la cavidad uterina mediante la visualización directa. Se introduce un histeroscopio de tamaño reducido (3-5 mm) a través del orificio del cuello uterino. También se realiza la inyección de dióxido de carbono o suero fisiológico para dilatar la cavidad uterina.

Existen dos tipos de histeroscopias, diagnosticas y quirúrgicas, que varían según la finalidad y el grosor del histeroscopio utilizado (diagnóstico o quirúrgico). En ambos casos, la mujer se coloca en posición ginecológica. El médico utiliza un espéculo para ampliar la abertura vaginal y limpia el cuello del útero con una solución yodada.

Después de la limpieza, el médico introduce suavemente el histeroscopio a través del cuello uterino, liberando líquido para dilatar el área y permitir una visualización clara de la cavidad uterina. Utilizando monitores, el especialista examina detalladamente el útero. Si la histeroscopia se realiza para tratar una afección, se pueden insertar otros instrumentos a través del histeroscopio.

Histeroscopia diagnóstica

En este tipo de histeroscopia se emplea un histeroscopio de menor diámetro, y el procedimiento se realiza de manera ambulatoria, sin necesidad de anestesia ni sedación.

El momento más propicio para llevar a cabo una histeroscopia en mujeres en edad fértil es durante la fase proliferativa del ciclo menstrual, es decir, entre el sexto y décimo día. Esto ayuda a reducir el sangrado y asegura que el endometrio esté en un estado más delgado.

La histeroscopia diagnóstica se recomienda en los siguientes casos:

  • Sospecha de adherencias uterinas, pólipos endometriales, miomas o septos uterinos.
  • Extracción del DIU y otros dispositivos.
  • Estudio de infertilidad y fallos de implantación.
  • Valoración de alteraciones menstruales.
  • Evaluación de la cavidad endometrial.

El empleo de esta técnica garantiza una interpretación confiable de las imágenes, al tiempo que minimiza el riesgo de complicaciones. No obstante, es posible experimentar molestias secundarias como dolor pélvico o abdominal.

Histeroscopia quirúrgica

La histeroscopia quirúrgica se lleva a cabo cuando se ha diagnosticado alguna alteración en el endometrio o el útero.

En este procedimiento, el histeroscopio tiene un diámetro mayor y se realiza en quirófano, con sedación o anestesia regional. Además, el histeroscopio incluye herramientas ginecológicas acopladas para llevar a cabo diversos tipos de cirugía, ya sea extirpación o manipulación.

Es importante señalar que, en comparación con la histeroscopia diagnóstica, durante la histeroscopia quirúrgica se requiere una mayor dilatación del cuello del útero.

La histeroscopia quirúrgica está indicada en los siguientes casos:

  • Ablación o reducción endometrial.
  • Extracción de fibromas o pólipos.
  • Eliminación de adherencias intrauterinas.
  • Resección de septos uterinos.

Los riesgos de la histeroscopia

Gracias a los avances tecnológicos, la histeroscopia se ha convertido en una técnica fundamental en la práctica ginecológica.

En términos generales, la histeroscopia se considera segura, con una baja probabilidad de complicaciones, aunque no nula. Existe un riesgo mínimo de perforación uterina que podría provocar sangrado.

Otras posibles complicaciones de la histeroscopia incluyen:

  • Reflejo vasovagal: puede ocurrir debido a la destreza del especialista o al diámetro del histeroscopio, manifestándose con malestar, sensación de calor, palidez, entre otros síntomas.
  • Embolia gaseosa: aunque poco frecuente, es una complicación grave asociada a la distensión con dióxido de carbono.
  • Infección pélvica.

Cuándo no debe realizarse

A pesar de ser una técnica fundamental en ginecología, hay casos en los que la histeroscopia no debe realizarse. A continuación, se mencionan algunas situaciones:

  • Mujer en fase aguda de una infección pélvica, ya que podría provocar una diseminación endometrial o tubárica.
  • Excesivo sangrado uterino, ya que dificultaría la correcta visualización de la zona.
  • Cáncer cervical.
  • Gestación evolutiva.

En casos excepcionales, la histeroscopia se puede llevar a cabo en una mujer embarazada para la extracción de un DIU, pero esto debe realizarse siempre antes de la semana 10 de gestación.

La laparoscopia

La laparoscopia, también conocida como celioscopia, es una intervención quirúrgica utilizada para examinar problemas en el abdomen o en el sistema reproductor femenino, incluyendo el útero, las trompas de Falopio y los ovarios.

Para realizarla, se emplea un tubo delgado llamado laparoscopio, el cual se introduce a través de una pequeña incisión en el ombligo. Esta técnica es mínimamente invasiva, permitiendo que la paciente recupere su actividad rutinaria en un período de 72 a 78 horas.

Para la laparoscopia ginecológica, es necesario que la paciente esté en ayunas y tome un laxante el día anterior a la cirugía para garantizar que los intestinos estén vacíos.

El propósito de la laparoscopia, al igual que la histeroscopia, es doble. En primer lugar, busca realizar un diagnóstico preciso, y en segundo lugar, tiene como objetivo abordar y resolver cualquier problema que se detecte durante la intervención.

Laparoscopia diagnóstica

La laparoscopia es un procedimiento con una recuperación rápida y causa poco dolor. Se utiliza con fines diagnósticos cuando hay sospechas de endometriosis, esterilidad, hemorragia de los ovarios y dolores en la zona del abdomen y la pelvis que no se pueden explicar.

El momento de llevar a cabo la laparoscopia diagnóstica dependerá de la finalidad específica y de la evaluación del especialista.

Laparoscopia quirúrgica

En la actualidad, la laparoscopia quirúrgica es un procedimiento bastante seguro para tratar patologías ginecológicas. Durante esta intervención, el médico realiza pequeñas incisiones a través de las cuales introduce un trocar para utilizar herramientas quirúrgicas como tijeras, pinzas, entre otras.

Este procedimiento se lleva a cabo bajo anestesia general, asegurando que la paciente no sienta dolor durante la intervención.

La laparoscopia quirúrgica se utiliza para abordar diversas alteraciones ginecológicas, y algunas de las indicaciones principales incluyen:

  • Extirpación de quistes ováricos o miomas.
  • Tratamiento de la endometriosis.
  • Eliminación de un embarazo ectópico.
  • Histerectomía o extirpación de la matriz uterina.

Cuando una paciente se prepara para someterse a una laparoscopia quirúrgica, es común que se le indique tomar antibióticos antes de la intervención. Esto se hace con el objetivo de reducir el riesgo de infección durante o después del procedimiento.

Recuperación después de la laparoscopia

La recuperación de una mujer después de una laparoscopia es generalmente rápida y puede involucrar la administración de analgésicos para manejar el dolor.

En algunos casos, el uso de dióxido de carbono para mejorar la visualización durante la laparoscopia puede causar molestias en el abdomen en los primeros días después de la intervención. Esto es normal, y los síntomas disminuirán a medida que el dióxido de carbono se absorba.

En relación con la actividad sexual, por lo general, se puede reanudar una vez que haya cesado cualquier sangrado y la paciente se sienta cómoda para hacerlo. Es importante seguir las recomendaciones específicas del médico para garantizar una recuperación adecuada.

Los riesgos de la laparoscopia

Al igual que con cualquier cirugía, la laparoscopia puede llevar consigo algunas complicaciones. Entre los riesgos más comunes se encuentran los sangrados en el sitio de inserción o una mala administración del gas utilizado para la visualización.

Otros riesgos asociados a la laparoscopia ginecológica pueden incluir:

  • Daños en el interior del estómago, intestino, vejiga o uréteres.
  • Reacción adversa a la anestesia.
  • Formación de coágulos de sangre.
  • Inflamación abdominal.

Es esencial que la paciente esté informada sobre estos posibles riesgos antes de la intervención y que discuta cualquier preocupación o pregunta con su equipo médico.

A pesar de los riesgos potenciales asociados con la laparoscopia, en general, esta técnica es considerada segura y el riesgo de complicaciones graves es bajo.

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